Por: Santiago Santaolalla Martínez
María acepta la misión de ser «Madre del Salvador». Se abandona en los brazos de Dios Padre, poniéndose confiadamente a su servicio, como «esclava». María, desde ese «hágase», obtiene el título de Madre de Dios y con ese título comienza su servicio, disponibilidad y entrega al ser humano