Por: Tere Hermosilla
La Virgen de los Dolores, para nosotros los cerreños, es: nuestro amparo, nuestro consuelo, nuestra esperanza. Cuando tenemos algún problema, sea de enfermedad o familiar, siempre acudimos a ella.
Muchas veces parece que se hace esperar, que no nos escucha, que nuestra oración y nuestras súplicas no vuelven presurosas cargadas con la merced. Debemos pensar que si se retarda el don, es porque está obrando el que ha de ser para nosotros y cada uno de los que le imploramos. Siguiendo en su fe, seguro que llegará siempre a tiempo.
Solo hay que ver en su Subida a la Iglesia, como va de personas en promesa bajo su paso, y por las calles la emoción que va dejando en cada uno que la ve, como resbalan esas lágrimas por sus mejillas.
¿Y los costaleros? Como le demuestran cada año su amor y su fe a la Virgen, cargados con tanto peso horas y horas, eso solo les puede impulsar la gran fe que le tienen.
¡Cuándo no sepamos expresar nuestro amor a la Virgen, dejemos que sean ellos, » los costaleros», quienes lo expresen por todos nosotros!
Tere Hermosilla.